El própolis

El própolis es una resina compleja que elaboran las abejas a partir de sustancias vegetales como la corteza de los árboles y de algunas plantas. Estos insectos la usan para cubrir, sellar y reparar las paredes de la colmena con el fin protegerla y aisalarla. En su composición destaca la presencia de flavonoides, colorantes que le otorgan propiedades activas. Además también contiene resinas y bálsamos (un 50%), cera de abeja (un 30%), aceites esenciales (un 10%), polen, diversos minerales, provitamina A y vitaminas del grupo B (especialmente B3). Diversos estudios e investigaciones confirman sus propiedades antioxidantes, bactericidas, fungicidas, cicatrizantes, antiinflamatorias y analgésicas.


El uso del própolis se remonta a civilizaciones del antiguo Egipto y Grecia, donde se observaron propiedades antisépticas y cicatrizantes, empleándose en diferentes aplicaciones. Aristóteles, incluso, en su Historia de Animales, hace referencia a esta sustancia llamándola «remedio para las infecciones de la piel, llagas y supuraciones».


La única contraindicación en cuanto a su uso es en casos de intolerancia o alergia a alguno de los productos de las abejas o a las mismas abejas.


Actualmente, su uso más frecuente es en casos de problemas de las vías respiratorias como tos, resfriado, anginas, faringitis, laringitis, gripe, sinusitis, rinitis alérgica, otitis,… Pero puede ser también un gran aliado en el abordaje de multitud de infecciones del organismo: afecciones bucales (aftas, gingivitis, piorrea,…), afecciones urinarias (cistitis, uretritis, prostatítis, etc.),  afecciones dérmicas (abscesos, forúnculos, sabañones,…).

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