
El tomillo es un arbusto silvestre que lleva siglos utilizándose por sus propiedades culinarias y medicinales.
Crece con bastante facilidad en condiciones de sol y florece en primavera, de abril hasta junio. La costumbre es recolectarlo alrededor de Semana Santa, en luna llena, así las propiedades y virtudes aumentan y la hierba se conserva mejor. Esta relación entre tomillo y cristianismo se descubre en muchas ocasiones. Se dice que en la montaña donde Cristo falleció floreció el tomillo que contribuyó a su resurrección. Se tienen referencias de su uso culturas anteriores, como en los embalsamientos egipcios y los baños griegos. También los celtas lo usaban en rituales, dando importancia a su vertiente más energética.
Su uso medicinal es consecuencia de sus propiedades antisépticas, antiparasitarias, antimicrobianas , anticatarrales, mucolíticas y expectorantes, bactericidas y cicatrizantes, propiedades antiinflamatorias, la activación de la circulación y del sistema nervioso, la mejora del sistema inmunológico y del sistema respiratorio.
Se pueden realizar infusiones para dolores de estómago, diarreas, asma, dolor de garganta, tos y enjuagues bucales para las aftas. Otras formas de uso del tomillo es como incienso, en vahos para los problemas respiratorios, en aceites esenciales o su uso directo como condimento culinario.